Por Javier Lamboy Hernández
Que
este es nuestro día no ha pasado desapercibido, nos levantamos al son de
pleneros y nos felicitamos con la sonrisa mas amplia en mucho tiempo.
Finalmente, hoy, celebramos un verdadero Día del Estudiante. No con musicales
trillados, no con fiestas programadas anticipadamente, no con regalos genéricos,
lo celebramos donde tenemos que hacerlo, en el frente de batalla. Una batalla
que ya lleva catorce días de materialización, toda una senda estudiantil, una
vida por caminar.
Hoy
celebramos el Día del Estudiante luchando por una Universidad pública, luchando
por una Universidad accesible, luchando por romper la intransigencia del
Estado, luchando por una Universidad verdaderamente autónoma. Hoy celebramos
una Universidad en huelga de educación bancaria, celebramos porque, simple y
magníficamente, hoy, nos educamos.
Hoy
celebramos junto a profesores, empleados no docentes y hasta empleados
administrativos el pronunciamiento de la llamada “generación del futuro” en
favor del futuro. Hoy los colores tienen nombres propios y tocan la plenera, la
guitarra, esbozan consignas, negocian, dialogan, se recrean, escriben,
protestan, siembran y reciben sus frutos.
Hoy “cambio” ha pasado de ser utilizado como sustantivo para
materializarse en verbo.
Hoy,
compañeros y compañeras, hacemos escuela, hacemos educación, pintamos la Patria
con los colores de la Universidad, despertamos el gigante dormido. Hoy es un
verdadero Día del Estudiante. ¡Adelante que nos queda camino! ¡Felicidades!
Cómo Juan Carlos II dijo a Hugo Chávez, "por qué no te callas?". Eso es lo que quiero de los huelguistas. Soy estudiante graduado y no me importan los problemas de los jovencitos del recinto. Hazte un favor y calláte!
ResponderEliminarHáganles un favor a nuestra universidad y al país completo, y sigan esta lucha. Recuerden este Día del Estudiante, con más razones para celebrar que nunca antes, en los días más difíciles que seguramente vendrán. Busquen siempre la forma de re-hacer esta Universidad que han parido estas dos semanas, cada vez que regresen a un salón... y reconózcanse como maestr@s, aunque haya alguien que se pare al frente y les tenga que dar una nota. La toma del Recinto llegará a su fin, pero no es más que el andamio, la visión, y la semilla de lo que habremos de construir en los años venideros.
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