Comités de Acción






Declaración del Comité de Acción de Estudiantes de Derecho (CAED):

I.  Preámbulo
Llegó el momento de trascender el egoísmo. Debemos forjar una sociedad consciente de la gravedad de sus realidades y dispuesta a actuar por ellas.  Por muchísimos años nuestro país ha sufrido el embate de líderes, legisladores y legisladoras ajenos y ajenas a la idea de gobernar para el bienestar común.  Los reclamos de la clase obrera y trabajadora, el estudiantado, nuestras comunidades y demás sectores  que componen la fibra que nutre nuestra sociedad han sido ignorados por los partidos políticos tradicionales.  Es hora de exigir el cambio que nuestro país necesita.
Las comunidades marginadas de nuestro país viven en continua incertidumbre y luchan a diario para sobrevivir la asfixia que el estado le ocasiona.  Procesos de elitización, el desarrollo del modelo neo-liberal y la marginalización son sólo algunos de los ataques a los que son sometidas nuestras comunidades.  Arribó el momento de apoderarlas con las herramientas esenciales para lograr el verdadero desarrollo sustentable de nuestro entorno y la superación de nuestro pueblo.
Los derechos civiles han sido completamente abandonados por nuestro gobierno.  La subdelegación inconstitucional del poder para movilizar la Guardia Nacional es un ejemplo de la ligereza con la que nuestro gobierno alardea su poder de coacción contra los ciudadanos.  La represión de la disidencia, la intolerancia hacía la desobediencia civil, las restricciones al derecho a la fianza y a la huelga son muestra de la prepotencia gubernamental que hemos soportado por años.  El discrimen sistemático por razón de sexo, raza, origen social, identidad sexual y el fundamentalismo religioso que permea las labores gubernamentales perpetúan las desigualdades construidas por los legisladores decimonónicos.  No tenemos porqué sujetarnos a estas desigualdades.  ¡Derribemos juntos las construcciones sociales que obstruyen nuestro crecimiento como sociedad!
En nuestro sistema político y jurídico a las minorías se les niegan las protecciones más básicas que exige un sistema democrático de gobierno.  Se protege con absurda insensatez los intereses económicos foráneos.  Nuestros y nuestras gobernantes han olvidado que es la clase trabajadora quien verdaderamente mueve la rueda del progreso en nuestro país.  La balanza siempre ha pesado más del lado del gobierno, de los bonistas y de las corporaciones multinacionales que no pagan impuestos.  Es hoy, el momento idóneo para unir nuestros esfuerzos y ejercer verdadera presión.  Ha llegado el momento de inclinar esa balanza del lado del pueblo, del lado de la sociedad civil, de las comunidades y del estudiantado.
Tenemos una obligación de llamar las cosas por su nombre.  Es nuestra responsabilidad indelegable denunciar el neoliberalismo: la renuncia gubernamental de sus capacidades regulatorias  y fiscalizadoras sobre las acciones del sector privado y el  desmantelamiento sistemático del gobierno, particularmente del Departamento de Educación y subsidiariamente de la Universidad de Puerto Rico. 
Nuestra Alma Mater alberga una matrícula de sobre sesenta mil estudiantes.  Ella no opera en un vacío – flotante y ajena a las realidades sociales, económicas y políticas de nuestro país –, sino que opera en continua deuda con la clase trabajadora, que suple con sus impuestos los recursos que hacen posible la educación de más alta calidad en Puerto Rico.  Es por esto que el movimiento estudiantil de la Universidad de Puerto Rico debe siempre velar por los intereses de la clase trabajadora.  La indiferencia y las falacias sobre el papel de la Universidad en nuestro país no son más que la propaganda que promueve la sumisión y el conformismo.  Llegó el momento de asumir nuestro rol como estudiantes en eterna deuda con nuestro país.  Hay que sublevarnos ante las injusticias que sufren aquellos y aquellas puertorriqueñas que hacen posible el pensamiento crítico que hoy ponemos en función. 
Bajo nuestro sistema político, el gobierno deriva sus poderes del consentimiento del pueblo y no a la inversa.  Por tanto, debemos hacer valer los principios más básicos de nuestro ordenamiento y el poder soberano del pueblo.  Ordenamos hoy a nuestro gobierno a que cumplan con sus obligaciones.  Les apercibimos que el pueblo posee el derecho de destituir a aquellos gobiernos despóticos y exigir: ¡que se vayan todos!

II. Declaración
1.    Creamos el Comité de Acción de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Puerto Rico.
2.   Abogamos por un estudiantado comprometido con el cambio social. Hoy conjugamos una misma actitud y un mismo lenguaje respecto a los problemas esenciales del país. Una actitud y un lenguaje que son enemigos del silencio y propios de la gestión.
3.    Como estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, asumimos la responsabilidad indelegable de emplear nuestro conocimiento y destrezas para el bien del colectivo que posibilita nuestra educación.
4.    Reiteramos nuestro compromiso con:
1.    El acceso de todos los puertorriqueños y puertorriqueñas a una educación pública y de excelencia.
2.    La lucha por las comunidades marginadas.
3.    La defensa de los trabajadores y trabajadoras desprotegidos.
4.    Una batalla férrea por nuestro bienestar y desarrollo social, económico, jurídico y político. 
5.    Buscamos cambiar el orden social con una visión verdaderamente progresista, democrática, participativa y pluralista.
6.    Reconocemos que la acción es la herramienta inherente de los procesos de cambio social.  Mediante la educación, la denuncia pública y la acción directa haremos valer nuestros derechos. 
En Río Piedras, Puerto Rico, a 7 de octubre del 2009.

Comité de Acción de Humanidades:

Declaración desde la universidad tomada

Río Piedras, Puerto Rico

1 de mayo de 2010


Hermanos y hermanas estudiantes,
Hermanos y hermanas del país,

Hermanos y hermanas del mundo:
La flor de nuestra palabra no marchitará porque renueva su vida con los brazos y versos que brotan de nuestros verbos. Ya sabemos que nuestra lucha se nutre de las expresiones de solidaridad en nuestro país, así como de hermanos y hermanas con otros idiomas en otros países y en otras universidades.
Queremos subrayar lo que nos hermana, lo que tenemos en común y echar a un lado lo que nos divide, aunque siempre respetando nuestras diferencias.
Somos hijos e hijas de la noche, actuamos para que la luz de la mañana sea de las multitudes infinitas del futuro y, sobre todo, para que ellos no tengan que llorar la noche. Nos hermana la imaginación, la creatividad y la participación. Aquellos que ocupan las estructuras de poder no quieren que soñemos, no quieren dejarnos crear y buscan decidir por nosotros. La democracia no es elegir, es hacer: es participar directamente en el debate, en la propuesta y en la búsqueda de soluciones. Ser democráticos no es ser identificados por un adjetivo o con un nombre, es realizar y actuar; ser democráticos es ser verbo.
La democracia que proponemos requiere que carguemos el escepticismo hasta la puerta y allí dejarlo colgado con la complacencia y la inacción.
En los pasados meses y ahora más que nunca, hemos descubierto que podíamos creer, que valía la pena creer, que debíamos creer – en nosotros mismos. No lo olviden, nos hermana la posibilidad de creer en nosotros, en que podemos cambiar el hoy. Nos hermana la esperanza que, como las flores, se cultiva.
Por más soberbio que sea el poder, nuestra palabra no dejará de crecer entre la brea y el concreto. Las raíces de nuestra palabra corren más profundas que nuestros cuerpos: hemos cambiado la historia, la hemos hecho nuestra.
Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y la mala administración grita intransigencia y con macanas tapa sus oídos.
Nuestra lucha es por la educación, y la mala administración regala adoctrinamiento y falsedad.

Nuestra lucha es por la participación, y la mala administración cierra puertas y portones con su violencia y su fuerza de choque.

Nuestra lucha es por el conocimiento, y la mala administración reparte ignorancia y desprecio.

Nuestra lucha es por la transparencia, y la mala administración esconde números y protege deudores.

Nuestra lucha es por la libertad, y la mala administración censura con la ley de los menos la justicia de los muchos.

Diálogo, negociación, conocimiento, educación, libertad, transparencia, democracia y participación. Éstas fueron nuestras banderas en la madrugada del 21 de abril de 2010; éstas son hoy nuestras exigencias.

Comité de Acción de Humanidades

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